Que el Celta pague los platos rotos

Sucedió lo que muchos temíamos, caímos contra el Rayo en Vallecas, cosa que sabíamos que podía ocurrir. Pero algunos (entre los que me incluyo) quizás esperabamos otro tipo de sensaciones teniendo en cuenta lo que nos jugábamos en un partido en el que podíamos haber dado un golpe sobre la mesa. Fuera de casa y ante este tipo de equipos, cuando tenemos que demostrar quienes somos, si los resultados no acompañan al menos las sensaciones deben ser otras y en eso creo que estaremos todos de acuerdo.

La noche del domingo no jugamos al fútbol. Tuvimos apenas tres ocasiones de gol en 90 minutos, que se dice pronto. Y eso para un equipo que quiere lograr ascender sin pasar por el play-off es muy poquito. No estuvo Emaná, o lo que es peor, si estuvo pero no se le vio. Lo del camerunés empieza a ser de estudio; desde que se recuperó de la lesión sufrida en copa ante el Getafe, no se le recuerda un sólo partido bueno y a lo tonto a lo tonto van ya casi dos meses desde que volviese al equipo.


Pero sería injusto culpar a un sólo jugador de la mala imagen mostrada ante el Rayo. El doble pivote formado por Beñat e Iriney, por ejemplo, tenía una doble misión; destruir y crear. Pues bien, ni destruyo el juego del Rayo durante gran parte del encuentro, ni creó el juego del Betis a excepción del primer cuarto de hora del segundo tiempo. Y viendo el partido de estos tres hombres es cuando más echo en falta a Salva. Da la sensación de que el equipo se vuelve demasiado vulgar sin él y eso es un problema grave que hay que solucionar. La creación de juego de un equipo como el Betis no puede depender sólo de que esté o no un jugador. Urge encontrarle un suplente de garantías a Salva Sevilla.

Pero quién verdaderamente me mosqueó en la noche del domingo fue Arzu. No me explico como ese jugador puede seguir formando parte de este equipo. Este tío hace ya varios años que debió haber salido del Betis y sinceramente no se como Mel tuvo el valor de confiarle el centro de la zaga en un partido tan importante. La respuesta del nazareno, como en Cartagena, no pudo ser otra; fallo descomunal en área propia y gol del rival. Como para ponerlo de titular la semana que viene.

Pero por suerte, y aunque parezca mentira, la derrota nos dejó algo positivo. Al perder por uno a cero en Vallecas y haber ganado en la primera vuelta por cuatro goles a cero, nos llevamos el 'golaverage'. Y esto, tal y como están de igualadas las cosas entre los tres primeros clasificados, puede tener gran importancia a final de temporada, sobre todo si recordamos el precedente de la pasada campaña, cuando nos quedamos en segunda teniendo los mismos puntos que el segundo y el tercero.

Así que esta semana toca vencer al Celta, hacer que paguen los platos rotos por el Rayo y ganarles el 'golaverage' tras el uno a uno de la primera vuelta, para dejar los deberes hechos en caso de empate a puntos a final de temporada. Esperemos que el Villamarín sea este fin de semana una olla a presión, para terminar de hundir un equipo que esta muy muy tocado tras los últimos resultados y que se podría quedar siete puntos por debajo de nosotros si le ganamos este partido, una distancia considerable para las diez jornadas que quedarían hasta el final.

Y no quisiera despedir este post, sin antes mentar a los sinvergüenzas (por no decir otra cosa) que el otro día sembraron el pánico entre los béticos de todas las edades que fueron simplemente a ver jugar a su equipo en Vallecas. Esos cobardes lanzaron botellas y otros objetos sin tener en cuenta la presencia de niños y personas mayores entre los asistentes y para más inri, después salían a correr como quien tira la piedra y esconde la mano. Lo dicho, unos auténticos cobardes. Veremos si el año que viene en primera son tan valientes como para venir aquí y hacer lo mismo que han echo este pasado domingo, porque recuerdo que precisamente estos mismos personajes que han agredido a aficionados del Betis y que han quemado un coche de la policía, son los mismos que no fueron capaces de venir este año a Sevilla para apoyar a su equipo en la primera vuelta. Unos cobardes, pero con todas sus letras.